20110405

UN JUEGO DE NIÑOS

UN JUEGO DE NIÑOS

Esta historia podría ser una novela con un final anunciado, nunca nadie gana en la guerra. Mentira, el que arma una guerra lo hace para ganarla, aunque muchas veces salgas vencidos, las estructuras de valoraciones de aquellos que hacen las guerras no soy premios noveles ni tampoco saben mucho sobre el sentido de las cosas. Solo saben el sentido del dinero y cuanto esto significa para ellos lo es todo. La guerra de la 2ªKOZ no sería la excepción a la regla de la guerra del hombre moderno.
Quien tuviese la mejor armada y las más potentes armas definitivamente ganaría. Todos sabemos bien que no resulto nada bueno esta guerra para la tierra. Ya que finalmente termino siendo destruida, pero para bien de la historia, porque terminaría la guerra con destrucción del planeta es la versátil de todo esto.
Poco después de iniciada la guerra, se enviaron por los canales de drenado de minerales a cientos de bellacos expulsados por sus crimines en la tierra. Ahora estaban en guerra, y todo les era permitido, además poseían una armadura espacial que para los soldados de la tierra eran como tanques armados circulando con una escafandra en la cabeza y una venganza en los puños. Llegaron a los sectores industriales aniquilándolos y abasteciéndose sus suministros coartando de estos a las grandes ciudades. Se aseguro el perímetro y se dio descenso a las tropas espaciales para hacerse de la tierra, sin embargo la tierra bombardearía un centenar de naves, lo que seria solo una parte del millar de ellas en todo el mundo. Llegando así a los lugares mas recónditos de la tierra los armamentos espaciales. Tomaron los poblados lejanos y faltos de seguridad mientras avanzaban como una pandemia por los centros de las ciudades.
Se les intento detener con ondas de radio, pero los trajes eran impugnables al armamento terrestre. De dos lanza fuego para un soldado no eran capaces de causarles daño, sin embargo los misiles teledirigidos fragmentaban sus armaduras, aniquilando a quienes estuvieran en el radio más cercano y dando cabida al armamento químico que las fuerzas terrestres. El poderío militar era tan sofisticado que en las primeras 48 horas de combate el 100% de las victimas eran civiles. Cuando comenzaron a destruir centrales nucleares el plutonio y el uranio solo tiñeron de sangre los trajes, mientras las tropas avanzaban sin piedad sobre los civiles y enfrentaron en campal batalla el 3 de agosto de 3115 en la estepa de KASHMIR dicha batalla duraría cerca de dos horas pero el impacto de tres bombas de hidrogeno dejarían a dos tercios de los batallones inoperantes mientras que millones de muertos se acrecentaban mientras las consecuencias de este impacto desmembraba a la India, derretía los murallones del Tíbet, la muralla china imponente desde donde se le viese, estaba tendida tal y como la humanidad lo estaba.
Esa tarde los generales de ambos mandos solicitaron cada uno por su parte ayuda a Kurilintraba la cual se negaría a ser parte de tal guerra. Fue entonces cuando la tierra desataría su ultimo recurso – canalizar una triangulación de vacio – llevaría a la compresión de la materia de la Luna y del tercio restante de hombres en la orbita terrestre. Esto causaría la destrucción parcial de la tierra, pero sobrevivía por lo menos para la cantidad de habitantes que aun restaban por morir.
Para muchos de los soldados de la 2ªKOZ la posibilidad de poder viajar un par de segundos o un instante y poder verse en muchas ocasiones, les permitiría ver su propia muerte. Lo que a raíz de la cual muchos de los supuestos muertos luego de disipado los vientos y terminada la disposición de la radiación se comunicaron con las naves en el espacio, llevando acabo una guerra de nunca acabar. Desolados y viviendo en un planeta similar ahora al cual estaban ya acostumbrados a trabajar, el ejercito unido de la tierra no tendría escapatoria. Frente a esta ventaja, decidieron hacer esto a la vieja usanza, la mayoría no tenia entrenamiento militar, más tan solo le acompañaba una perversa mente y un insaciable hambre de venganza y sangre. Cuando los ejércitos de la tierra se vieron sobrepasados por la fuerza descomunal de sus enemigos voltearon los satélites y sus poderosos rayos para acabar desde el espacio con la amenaza que provenía desde allá. Varios hombre perecieron calcinados por temperaturas de plasma satelital acompañado por nubes de ácidos que cubrieron el cielo, la tierra moría y sobre ella los últimos hombres que verían la tierra se ocultaban bajo ella para ver a su enemigo perecer.
Cuando todo se daba por perdido una misión suicida por parte de inexpertos científicos y criminales llevaron una horda de supervivientes a la masacre espacial, a una torre olvidada en el ojo terrestre, El PARANAL debería ser intervenido y controlar así en conjunto con una invasión a los centros satelitales de la tierra a la mayor concentración de canales de radio, y utilizar estos para acabar con la tierra.
Los sobrevivientes a los ataques del espacio solo buscaron refugio en los canales de abastecimiento de recursos, el único camino directo para ser transportados por vía directa al espacio antes del exterminio de la tierra. Al llegar a ellos todos sabían que no estarían solos, esa tarde no solo las tropas invasoras se verían sobrepasadas por puntos rojos en sus ropajes, sabían bien que bajo la presión de la guerra no soportarían mucha presión sus trajes. Los trajes no soportaron mucho y como las estatuas de cera de los monjes tibetanos que se derriten ante el implacable sol, los trajes y los hombres perecieron ante la brutalidad de los aliados. Desde Nepal a Turquía, desde las islas de Balcanes hasta Groenlandia y desde el estrecho de Bering hasta la Patagonia se sintió el grito de grito de dolor de alguno de los que perecieron era noche.
Una vez que le implacable silencio de izo sobre las veredas de las calles que fueron testigos de dicha masacre tan solo se podían ver hombres, civiles todos, deambulando por la calles de todo el mundo incomunicados escuchando algunos por radio de militares caídos sobre los sucesos en otras partes del mundo, muchos de ellos cubiertos por la nube toxica otros se desmembraban al caminar. Todos eran hombres muertos y vivos aun en la esperanza. Dicen los que sobrevivieron a esa bestialidad que esa noche y ninguna otra hubo Luna que alumbrara la desesperanza, las toxinas y la lluvia acida en la mayor parte del mundo no permitió que la mitad del mundo viera el sol salir, pero si sintieron el escozor en la piel cuando el mostaza comenzó a hacer efecto en las calles, plazas y escuelas, que estaban desprovistas de algún ojo humano, animal o vegetal que pudiese ser testigo de ese desolador momento, solo quizás las estructuras se mantenían en pie, con sus pinturas descascarándose, sus fierros doblándose ante la inexistencia de una realidad contingente que le impidiera hacer lo que desease. Fue entonces cuando en esa oscura noche y en esa tenebrosa mañana cada trozo del mundo viviendo su parte de la realidad, vio entonces como desde el cielo desprendía una luz cálida y acogedora. Se de fuente muy buenas que muchos creyeron que era el mismo dios que bajaba con estelas de luz incandescente, cegadora y dubitativa paz. Era el momento de la redención para algunos, pero para nosotros era un centenar de kilotones que bajaban sobre nosotros, y que no era obra del señor ni de Satán. Era obra de nosotros y por mucho que pudiéramos viajar en el tiempo cercano, nuestras onda de alcance de escape con este mecanismo tan solo nos hiso morir dos veces.

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